Juicio y castigo a los responsables políticos
Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados por reclamar justicia social, por salir a la calle a pelear por trabajo y comida, por ser militantes.
A ocho años, los crímenes siguen impunes de responsabilidad política: Aníbal Fernández, Eduardo Duhalde, Felipe Solá y otros trece funcionarios del gobierno actual continúan en sus cargos sin dar siquiera una explicación de los hechos.
No sólo los nombres perduran; la represión y criminalizació n de las organizaciones sociales es cada vez más dura; sobre todo en el conurbano y las provincias del interior, y se hace visible con los procesamientos y detenciones de militantes políticos.
El dolor por Maxi y Darío persiste en los asesinatos por gatillo fácil que suceden cada 20 horas, se encrudece en las desapariciones de Julio López y Luciano Arruga, vuelve a penetrar con el tiro a quemarropa de Carlos Fuentealba y ahora se cuela en los huesos de Diego Bonnefoi, Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco; los tres pibes que fueron asesinados en Bariloche.
La Masacre de Avellaneda fue un día trágico para las organizaciones políticas y sociales, ocho años después les seguimos respondiendo con organización y militancia a las balas.
Fuente: FCRG
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